Todos los
seres vivos –plantas, animales y humanos- vivimos en armoniosa simbiosis con
millones de bacterias y virus que sin embargo se vuelven patógenos cuando se
rompe la homeostasis, el necesario equilibrio. Pues bien son cada vez más las
investigaciones científicas que encuentran evidencias de que en una persona una
bacteria usualmente comensal e incluso benéfica se vuelve virulenta cuando le
falta algún nutriente vital para su existencia o bien se genera un
desequilibrio nutricional que favorece a una población bacteriana en detrimento
de otras. La diferencia entre salud y enfermedad no depende pues solo de poseer
un sistema inmune activo sino de que nuestras células de defensa convivan en
armonía con el microbioma interno.
La salud
depende ante todo de un microbioma interno sano ya que si es así nuestro
sistema inmune es capaz de afrontar cualquier problema.
El buen
estado de la flora intestinal es fundamental para la salud porque también actúa
como mecanismo vital de defensa y equilibrio homeostático.
Un
microbioma intestinal sano rico en Escherichia coli promueve la tolerancia del
organismo ante muy diversas patologías.
El 67% de
los ratones sometidos a antibióticos antes de infectarles con el virus de la
gripe murió, mientras sobrevivió el 80% de los que no lo tomaron y conservaban
su microbioma intestinal sano.
Tanto el
ayuno como la dieta cetogénica y la restricción calórica ayudan a mantener a
los virus a raya.
Hay estudios
que indican que la glucosa ayuda a expandirse a las bacterias patógenas y en
cambio dificultan o impiden las infecciones víricas.
Tanto ante
una infección vírica como bacteriana o fúngica hay que asegurarse de tener un
microbioma sano, algo que puede asegurarse tomando prebióticos y probióticos y
siguiendo una dieta rica en fibra soluble que genere abundantes ácidos grasos
de cadena corta como los butiratos.
Discovery
salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.