No hemos aún
aprovechado las posibilidades de la cuarta generación de tecnologías móvil (4G)
y ya está a punto la quinta (5G) prometiendo poder conectarnos en nuestros
hogares, escuelas, lugares de trabajo, ciudades, parques y espacios abiertos
con más de mil millones de aparatos. Se asegura que admitirá a 100.000 millones
de dispositivos y será entre 10 y 100 veces más rápida que la 4G. Algo
deslumbrante para muchos; tanto que la industria aprovechará de nuevo para que
nadie se pregunte si puede provocar problemas de salud. Sin embargo va a dar
lugar a una enorme proliferación de pequeñas estaciones que se colocarán por
todas partes pudiendo provocar al menos serios daños en piel, ojos, corazón, y
sistema inmune. La actual contaminación electromagnética es preocupante pero la
que se avecina puede ser terrorífica.
A la mayoría
de la población pasar de la tecnología 3G a la 4G le pareció excelente porque
mejoró su velocidad de transmisión y descarga de datos, pero nadie la explicó
que eso podía tener un coste importante de salud. Y ahora pasa lo mismo con la
5G porque es mucho más peligrosa.
En la
tecnología 5G obliga a instalar muchísimas más antenas inalámbricas de pequeño
tamaño que estén cerca una de otras, así que ya podemos prepararnos para verlas
instaladas cada pocos metros en terrazas, farolas, postes eléctricos y otros
elementos del mobiliario urbano.
“Las
frecuencias milimétricas utilizadas por el Departamento de Defensa de Estados
Unidos como arma de control de masas y las frecuencias 5G tienen la capacidad
de hacer que la piel está ardiendo. Se dirigen hacia una multitud y se consigue
que la gente huya. Pues bien, ¿quiere tener eso en la farola de su casa?”, se
pregunta la doctora Devra Davis al hablar de la tecnología 5G.
En
septiembre de 2017 ciento ochenta científicos de 35 países firmaron un
manifiesto reclamando que no se permita implantar la tecnología 5G hasta que
investigadores independientes hayan investigado a fondo sus potenciales riesgos
para la salud y el medio ambiente.
Según Martin
Pall la tecnología 5G puede provocar muchos casos de ceguera macular,
desprendimiento de retina, glaucoma, pérdidas de audición, tinnitus,
infertilidad masculina, melanomas, leucemias y otros tipos de cáncer, disfunciones
en el sistema nervioso periférico y graves desarreglos hormonales y del sistema
inmune.
Las
radiofrecuencias de móviles y antenas pueden dar lugar a muchos problemas
conductuales, cognitivos y anímicos que ya están provocando en niños dificultad
para conciliar el sueño, aislamiento, menor rendimiento escolar, depresión,
déficit de atención, pasividad, agresividad, fobias y hasta intento de
suicidio, entre otros muchos problemas.
Reportaje
íntegro en DISCOVERY SALUD. Nº 214 Abril 2018.
Pilar Ruiz.