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lunes, 31 de diciembre de 2012

POR UNA CASA SIN CLORO.

 

El agua, los productos de limpieza o el PVC liberan derivados tóxicos del cloro.
El cloro es uno de las sustancias más tóxicas que existen, pero entramos en contacto con el todos los días y en nuestras propias casas. Los defensores del cloro –las industrias que lo utilizan– alegan que es una sustancia natural y que no genera grandes problemas. Por Manuel Núñez y Claudina Navarro.

Lo cierto es que en la naturaleza no se encuentra puro, sino formando parte de compuestos inocuos como la sal común (cloruro de sodio). Es al aislarlo artificialmente cuando se convierte en un problema. El proceso de producción del cloro, que tiene el honor de haberse convertido en la primera arma química durante la Primera Guerra Mundial, ha significado la liberación al entorno de toneladas de mercurio y otros contaminantes ambientales altamente tóxicos que a menudo acaban en los alimentos humanos (especialmente pescado y productos de origen animal).
En nuestras casas hay cloro en los cables, ventanas, suelos y todos los objetos de plástico PVC (policloruro de vinilo), que libera de dioxinas cancerígenas al ser quemado en los vertederos, plantas de incineración e incendios accidentales. El agua que sale por el grifo contiene trihalometanos, derivados del cloro como el cloroformo que aparecen al entrar en contacto con materia orgánica en el mismo proceso de desinfección. Los trihalomentanos se han vinculado con los cáncer de vejiga y recto, abortos y malformaciones de nacimiento.
El cloro se utiliza en el blanqueamiento industrial de la celulosa con la que se elabora otros productos frecuentes en el hogar: el papel de diarios y revistas, el papel higiénico y de cocina, los pañales, los pañuelos de papel, las compresas o los tampones. En todos estos casos el riesgo no es inmediato por exposición directa, sino derivado de los contaminantes ambientales –metales pesados, dioxinas, trihalomentanos y furanos– vertidos por las industrias.
El riesgo de una ducha inocente
El agua clorada no representa un riesgo sólo al ser ingerida, también ducharse con ella lo es: el cloro, los trihalometanos y otros compuestos se volatilizan y favorecen los ataques de asma. El contacto directo del agua clorada con la piel y el cabello alteran su delicado equilibrio natural. Los niños, las personas mayores y las de cualquier edad con pieles sensibles pueden sufrir sequedad y picores debido a la acción del cloro.
Otro rincón donde se esconde el cloro doméstico es el de los productos de limpieza. La popular lejía es hipoclorito sódico. Por tanto el cloro se halla en todos los productos que la incluyan como ingrediente. La mala noticia es que no sólo contienen cloro, sino que en contacto con sustancias orgánicas favorecen la aparición de dioxinas, sustancias precursoras de las dioxinas, clorofenoles y trihalometanos. Además la lejía es una sustancia altamente irritante para la los ojos, la nariz, la garganta y los pulmones que cada año causa miles de intoxicaciones al ser ingerida accidentalmente por niños. Tiene prestigio popular como desinfectante, pero su empleo no es necesario.
Consejos prácticos: Estrategia para librarse del cloro
-Los cables, ventanas y objetos de PVC en general pueden sustituirse por otros fabricados con materiales de características equivalentes, reciclables y menos contaminantes como el polietileno, el polipropileno e incluso la madera y el acero.
-En la casa no es necesaria la lejía. El agua, el vinagre y el jabón se bastan para mantenerla limpia. Existe lejía ecológica a base de percarbonato de sodio o perborato de sodio.
-Al elegir cualquier producto de papel hay que preferir el que especifique “sin blanquear” o “blanqueado sin cloro”. El más ecológico muestra el sello FSC.
-Los filtros de resina KDF transforman el cloro del agua en inofensivo cloruro de cinc. Se combinan con filtros de carbón activo para aumentar la eficacia y reducir la dureza del agua.

                                                                                                                      Pilar Ruiz.

jueves, 27 de diciembre de 2012

¿ QUÉ ES LA FITOTERAPIA?


La  fitoterapia moderna se basa en un tesoro compuesto por ciencia y experiencia, cuyos orígenes se remontan a miles de años atrás. El conocimiento del poder curativo de las plantas es tan antiguo como la propia humanidad.
Esta antigua ciencia médica fue transmitida por la avanzada civilización egipcia a los griegos, y posteriormente, a los romanos. Gracias a los textos musulmanes y a los jardines medievales, ésta sabiduría ha llegado a nuestros días.
Hoy en día, podemos dar por sentado que siempre se han utilizado las plantas para fines curativos. Puede que nuestros antepasados se limitaran a seguir sus instintos, sin saber que estaban creando las primeras aplicaciones médicas al colocar hojas sobre heridas y al masticar frutos o raíces.
En los animales se puede observar un comportamiento basado en su instinto: toman aquellas plantas que le son beneficiosas y evitan las que les son perjudiciales.
En realidad la medicina convencional se fundamenta en el uso de plantas medicinales. Hasta hace unos 50 años, la mayoría de los medicamentos se fabricaban a partir de plantas. Desde el momento en que empezaron a desarrollarse las técnicas de síntesis química, se inició un descenso en el uso de plantas, si bien  la mayoría de las drogas siguen teniendo origen vegetal.
Existen cada día más personas que descubren en la fitoterapia o medicina a base de plantas, una forma eficaz de cuidar su salud. No sólo para curar enfermedades, sino también para prevenirlas, siendo esto último la principal sabiduría de nuestros antepasados.
La fitoterapia es la unión entre la humanidad y el medio que nos rodea, es por tanto, la terapia natural para aquellas personas concienciadas con la preservación de la integridad del planeta.
Se sabe con certeza que numerosos trastornos de la salud, estrés, asma, enfermedades del corazón, van asociados a prácticas culturales o alteraciones ecológicas y reflejan a menudo el distanciamiento del individuo de la naturaleza y de un estilo de vida “natural”.
En éste sentido las plantas pueden contribuir, en cierta medida, a reducir éste distanciamiento.
Gracias al vínculo que establece entre el hombre y la naturaleza, el mundo de las plantas medicinales ocupa un lugar privilegiado dentro del concepto de “vida natural” que de una manera lenta, pero segura, está cambiando nuestra cultura.

                                                                                                                                      Pilar Ruiz.