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sábado, 3 de diciembre de 2011

Silvia Pérez-Vitoria, autora de " EL RETORNO DE LOS CAMPESINOS"

A raiz de la industrialización, nuestras sociedades empezaron a considerar que la agricultura era algo que solo necesitaba producir cantidad. También se requería gente para ir a las fábricas. Así empezó la destrución del campesinado. Cuando este proceso se desarrolló a nivel mundial, sobre todo en los paises del sur, nacieron los barrios de chabolas y se empobreció la población que emigraba a las ciudades para vivir en condiciones pésimas. Con la modernización, la agricultura, que hasta entonces era una forma de vivir y de relacionarse con la naturaleza, se transformó en un sector económico que tenía que dar salida a los productos de la industria y ser materia prima para el sector industrial. Así es como se destrozó la agricultura y a los campesinos.
El modelo agrícola imperante no nutre al mundo, puesto que hay mil millones de personas que no comen, con la paradoja de que existe otros mil millones que comen demasiado y mal. Es un sistema que ha hecho perder trabajo y que no resuelve los problemas de la sociedad.
La agricultura nos da de comer y es la única actividad indispensable para el ser humano. Es la vida. No se puede pensar en salir de la crisis o en plantear una alternativa social si no se parte de la agricultura y de la naturaleza.
En muchas partes del mundo, se están desarrollando grupos de consumidores que tratan de relacionarse directamente con los productores. Esto es interesante no solo porque se potencia el consumo local que permite a un agricultor vivir, también porque es un conocimiento mutuo, ya que muchas veces la gente no se da cuenta ni sabe lo que está comiendo.
Si se define la agricultura ecológica únicamente por la sustitución de insumos químicos por orgánicos, dejando todo el resto igual, es decir,optando por el monocultivo a gran escala y por la explotación de las personas, no cambia nada. Por ejemplo, con la quinoa, un preciado alimento en la región de los Andes que se ha puesto de moda en Europa. Los precios han subido y ahora en algunas partes de Bolivia la gente ya no tiene qué comer. Los campesinos que antes la producían dentro de un proceso de diversidad ahora hacen monocultivo.Las tierras se han destrozado, no hay comida, pero los europeos tenemos un fantástico producto ecológico. La idea sería que cada pueblo pudiera producir lo que necesita.
La gente está dispuesta a invertir en costosas tabletas digitales, móviles de última generación y en grandes televisores, pero no en comida. Hay que revalorizar la alimentación sana. También hay que explicar que la comida que compramos en los supermercados creyendo que es barata no lo es,detrás están las subvenciones que paga Europa, los desgastes ecológicos que comportan este tipo de comida y sus perjuicios sobre la salud, que no se ven a corto plazo.
En la historia de la humanidad quienes mejor han sabido custodiar el equilibrio entre ser humano y naturaleza han sido los campesinos. Hay que reconocer la riqueza de su conocimiento, trabajar con ello y no desvalorizarlo, como se ha hecho hasta ahora.